Ilustración de la Trocanta de Granátula |
Nos trasladamos al Yacimiento de la
Encantada y más concretamente a la Cueva de la Encantada hallamos la leyenda de
la Encantá o Trocanta. Está relacionada con la noche de San Juan, noche mágica
que tiene relación con el solsticio de verano lo que la convierte en la noche
más corta del año.
Cuenta la leyenda, que en la media
noche del 24 de junio aparece una bicha o culebra, o también un lagarto, según
las versiones, del fondo de la cueva. Ésta se convierte en una joven doncella
de cabellos dorados, que se peina frente a un espejo con un peine de oro. Unas
fuentes afirman que aquel que osa entrar en la cueva esa noche y la ve se
convierte en piedra. Otras fuentes cuentan que, quienes atraídos por la bella
mujer, se acercan a la cueva la noche de San Juan, son arrastrados hacia el
fondo y según se van alejando de la entrada cogidos de la mano, la doncella se
va transformando progresivamente en una enorme bicha y poco a poco son
devorados o transportados a su mundo para no regresar nunca más.
Quizá la leyenda que explica los
orígenes de La Encantada o Trocanta es la versión que habla de aquella preciosa
mujer con poderes de hechicería a la que se habría echado de Granátula por
miedo o por celos de su gran belleza. La razón de su expulsión es que
desengañada del amor, hizo conjuros para seducir a los hombres, sobre todo a
los casados, gozaba debilitando y rompiendo matrimonios y noviazgos. Fue tal el
recelo que despertó entre las otras mujeres del pueblo, que la arrastraron y
expulsaron fuera de Granátula. No contentas con ello, por temor a que pudiera
regresar, decidieron encerrarla en una cueva de las afueras, en el denominado
Cerrillo de los Rayos.
Aquellas gentes, con ayuda de otras
hechiceras, la introdujeron en el interior de la cueva, sellando la entrada con
grandes bloques de piedra.
Desde entonces, la cueva pasó a
denominarse Cueva de La Encantada.
Pero…..la leyenda no quedó ahí ya que
la hechicera intentó salir utilizando toda suerte de magias y conjuros. Con
ellos logró atraer a insectos y diversos animales hasta la gruta con la
intención de que retiraran los obstáculos de la entrada y poder así escapar.
La maldición a la que fue sometida
aseguraría a las mujeres de Granátula que sus maridos o novios no se fijasen en
ella, pues de hacerlo de inmediato se convertía en uno de los animales más
horribles y rastreros de la faz de la tierra, una bicha o culebra o también un
lagarto.
El hechizo sería eterno excepto la
noche del solsticio de verano, para nosotros la noche de San Juan. Esa noche
corta, aquel animal inmundo podría salir de su cueva transformado en la más
bella mujer jamás imaginada y podría atraer a cualquier persona, especialmente
hombres, seduciéndolos hasta introducirlos en su cueva. Allí, la bella
doncella, convertida de nuevo en bicha o culebra, devoraría o llevaría a su
mundo a su presa de la que no volvería a saberse nunca nada más.
Su salida en la noche de San Juan
comprendería incluso sobrevolar la comarca para buscar a algún varón o niños
pequeños. Chiquillos rezagados que no han entrado en su casa al anochecer,
chicos con mal comportamiento o a los niños que no se duermen cuando están en
la cama. También en el caso de los infantes se produce el mismo final, ser
devorados en la cueva de La Encantada o ser llevados a su mundo para no volver
a saberse más de ellos.
El que los reptiles sean tan
recurrentes en las leyendas del yacimiento arqueológico donde se ubica la Cueva
de la Encantada no es algo aleatorio: las bichas o culebras, o los lagartos son
muy abundantes en la zona y se suelen introducir en cualquier época del año en
la cueva para hibernar, beber agua, estar frescos, o como refugio frente a su
predadores.
El Cerro de la Encantada es en sí un
lugar misterioso. Durante largos siglos fue el asentamiento de un poblado
prehistórico de la Edad del Bronce que recibe ese nombre. Pero
inexplicablemente, el poblado se convirtió en un cementerio en la última etapa
de poblamiento para ser posteriormente abandonado y olvidado. Quizá, las
excavaciones que se realizan desde hace algunas décadas, descubran algún día
aquel misterioso fin.
El cerro, además de albergar la famosa
cueva de la Encantada y el yacimiento, es un lugar especialmente respetado ya
que los días y noches de tormenta las personas mayores de Granátula afirman que
los rayos se apegan mucho y caen con decidida fuerza rompiendo las peñas y
dejando un color oscuro encima de ellas. Cuando la tormenta se acerca se dice
que hay que buscar un lugar resguardado, como la cueva, para refugiarse porque
el peligro de que te alcance un rayo es muy alto. Por eso al Cerro de la
Encantada se le da también el nombre del Cerrillo de los Rayos. ¿Será esto
responsabilidad de los nubleros o regulares?
Fuente: Popular
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