sábado, 3 de diciembre de 2016

LEYENDA DE LA TROCANTA DE GRANÁTULA

Ilustración de la Trocanta de Granátula
Nos trasladamos al Yacimiento de la Encantada y más concretamente a la Cueva de la Encantada hallamos la leyenda de la Encantá o Trocanta. Está relacionada con la noche de San Juan, noche mágica que tiene relación con el solsticio de verano lo que la convierte en la noche más corta del año.
Cuenta la leyenda, que en la media noche del 24 de junio aparece una bicha o culebra, o también un lagarto, según las versiones, del fondo de la cueva. Ésta se convierte en una joven doncella de cabellos dorados, que se peina frente a un espejo con un peine de oro. Unas fuentes afirman que aquel que osa entrar en la cueva esa noche y la ve se convierte en piedra. Otras fuentes cuentan que, quienes atraídos por la bella mujer, se acercan a la cueva la noche de San Juan, son arrastrados hacia el fondo y según se van alejando de la entrada cogidos de la mano, la doncella se va transformando progresivamente en una enorme bicha y poco a poco son devorados o transportados a su mundo para no regresar nunca más.
Quizá la leyenda que explica los orígenes de La Encantada o Trocanta es la versión que habla de aquella preciosa mujer con poderes de hechicería a la que se habría echado de Granátula por miedo o por celos de su gran belleza. La razón de su expulsión es que desengañada del amor, hizo conjuros para seducir a los hombres, sobre todo a los casados, gozaba debilitando y rompiendo matrimonios y noviazgos. Fue tal el recelo que despertó entre las otras mujeres del pueblo, que la arrastraron y expulsaron fuera de Granátula. No contentas con ello, por temor a que pudiera regresar, decidieron encerrarla en una cueva de las afueras, en el denominado Cerrillo de los Rayos.
Aquellas gentes, con ayuda de otras hechiceras, la introdujeron en el interior de la cueva, sellando la entrada con grandes bloques de piedra.
Desde entonces, la cueva pasó a denominarse Cueva de La Encantada.
Pero…..la leyenda no quedó ahí ya que la hechicera intentó salir utilizando toda suerte de magias y conjuros. Con ellos logró atraer a insectos y diversos animales hasta la gruta con la intención de que retiraran los obstáculos de la entrada y poder así escapar.
La maldición a la que fue sometida aseguraría a las mujeres de Granátula que sus maridos o novios no se fijasen en ella, pues de hacerlo de inmediato se convertía en uno de los animales más horribles y rastreros de la faz de la tierra, una bicha o culebra o también un lagarto.
El hechizo sería eterno excepto la noche del solsticio de verano, para nosotros la noche de San Juan. Esa noche corta, aquel animal inmundo podría salir de su cueva transformado en la más bella mujer jamás imaginada y podría atraer a cualquier persona, especialmente hombres, seduciéndolos hasta introducirlos en su cueva. Allí, la bella doncella, convertida de nuevo en bicha o culebra, devoraría o llevaría a su mundo a su presa de la que no volvería a saberse nunca nada más.
Su salida en la noche de San Juan comprendería incluso sobrevolar la comarca para buscar a algún varón o niños pequeños. Chiquillos rezagados que no han entrado en su casa al anochecer, chicos con mal comportamiento o a los niños que no se duermen cuando están en la cama. También en el caso de los infantes se produce el mismo final, ser devorados en la cueva de La Encantada o ser llevados a su mundo para no volver a saberse más de ellos.
El que los reptiles sean tan recurrentes en las leyendas del yacimiento arqueológico donde se ubica la Cueva de la Encantada no es algo aleatorio: las bichas o culebras, o los lagartos son muy abundantes en la zona y se suelen introducir en cualquier época del año en la cueva para hibernar, beber agua, estar frescos, o como refugio frente a su predadores.
El Cerro de la Encantada es en sí un lugar misterioso. Durante largos siglos fue el asentamiento de un poblado prehistórico de la Edad del Bronce que recibe ese nombre. Pero inexplicablemente, el poblado se convirtió en un cementerio en la última etapa de poblamiento para ser posteriormente abandonado y olvidado. Quizá, las excavaciones que se realizan desde hace algunas décadas, descubran algún día aquel misterioso fin.
El cerro, además de albergar la famosa cueva de la Encantada y el yacimiento, es un lugar especialmente respetado ya que los días y noches de tormenta las personas mayores de Granátula afirman que los rayos se apegan mucho y caen con decidida fuerza rompiendo las peñas y dejando un color oscuro encima de ellas. Cuando la tormenta se acerca se dice que hay que buscar un lugar resguardado, como la cueva, para refugiarse porque el peligro de que te alcance un rayo es muy alto. Por eso al Cerro de la Encantada se le da también el nombre del Cerrillo de los Rayos. ¿Será esto responsabilidad de los nubleros o regulares?

Fuente: Popular

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