El Trasgo, ilustración |
Confundidos frecuentemente con duendes
y fantasmas participa de los mismos relatos. Sin embargo, el Trasgo parece identificarse más con diablos traviesos o burlones
mientras que los duendes son generalmente una especie de espíritus domésticos.
Casi nunca son especialmente malignos y a menudo son bastante molestos. De su
existencia existen fuentes escritas desde el siglo X. Buscardo de Worms en su
Decretorum libri, se refiere a ellos de esta forma: “¿Has hecho esos arquitos para chicos u otros juegos para niños y los
has echado a la bodega o al granero para que jugasen con ellos los trasgos y
los gnomos, los cuales, como recompensa, te traerían las provisiones de otros y
te enriquecerías?”
En el siglo XVI, Antonio de Torquemada
escribe: “...los trasgos no son otra cosa
que unos demonios más familiares y domésticos que los otros ...; y así parece
que algunos no salen de algunas casas, como si las tuviesen por sus propias
moradas, y se dan a sentir en ellas con algunos estruendos y regocijos y con
muchas burlas, sin hacer daño ninguno que aunque yo no daré testimonio de
haberlo visto, he oído decir a muchas personas de crédito que los oyen tañer
con guitarras, y con cascabeles, y que muchas veces responden a los que llaman,
y habla con algunas señales, y risas, y golpes: y en fin se viene perder el
miedo que de ellos se podría tener... de manera que solamente pueden llegar a
burlar, y si hacen algún daño es muy poco..., expresando con ello similar
opinión a la que había expuesto el Maestro Ciruelo poco antes al opinar que
...una de las maneras en que el diablo se aparece a los nigrománticos es haciendo
estruendos y espantos por las casas de día y de noche...”. El mismo
Torquemada, tras relatar tres casos de trasgos en Salamanca, nos dice: “si queremos hablar de trasgos, será para
nunca acabarse, y ninguna cosa me diran dellos que yo no lo crea, pues es tan
fácil para ellos todo lo que hazen, assi oyendo los, como mostrándose en
diversas formas, que unos dizen que lo vieron en figura de frayle, otros de
perro...”
Quevedo les dedica un impagable verso
en el que dice:
“…
a fugitivas sombras doy abrazos
en
los sueños se cansa el alma mia
paso
luchando a solas noche y día
con
un Trasgo que traigo entre los brazos…”
Más bulliciosos que los duendes, como
estos muy apegados a la familia, les encanta revolver, especialmente en la
cuadra, el desván y la cocina y agradecen que se les deje el rescoldo cubierto
para pasar la noche. A menudo tienen un agujero en la mano izquierda por lo que
no pueden recoger semillas pequeñas o granos de cereal. Esta circunstancia es
aprovechada por quienes quieren librarse de sus molestias, colocando un
montoncito de granos de pequeño tamaño en el lugar por el que él pasa. El Trasgo, desesperado por no poder
recogerlo se va de la casa. Otras formas de conseguir que desaparezca de los
hogares es mandarle traer agua con un cesto o lavar hasta blanquear un pellejo
de carnero negro, aunque como no es tonto suele negarse a hacerlo. Tampoco es posible
mudarse de casa y dejarlo en la antigua ya que generalmente viaja con la
familia o aparece poco después con algún objeto olvidado.
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