jueves, 30 de marzo de 2017

LEYENDA, El SECRETO DE PIEDRA SANTA

Ilustración 'caballeros calatravos frente al Castillo de Calatrava La Nueva
Existe en el ideario colectivo la certeza de que la otrora poderosa y admirada Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, el Temple, atesoraba, además de sus inmensas riquezas, un valioso secreto, que la condujo a su desaparición, dando así una explicación más novelesca que la despreciable avaricia de los reyes cristianos, que tanto ansiaban sus astronómicos ingresos para fortalecer su posición regia frente a la poderosa nobleza de la época.
Unos hablaban de un misterioso “Bafomet”, cabeza barbada y parlante a la que adoraban, otros se referían a la custodia del Santo Grial, y hay quienes afirmaban que llegaron a encontrar documentos en las ruinas del antiguo Templo de Jerusalén, su cuartel general, que podrían hacer temblar los cimientos de la Cristiandad. La verdad es que esta orden, creada en 1118 por Hugo de Payens a instancias de San Bernardo de Claraval, nació con la finalidad de proteger a los peregrinos que visitaran los Santos Lugares, tras la constitución del reino cristiano de Jerusalén, en la época de las Cruzadas, pero sus ramificaciones por toda Europa y, sobre todo, su gran poder económico, hicieron de ella una de las instituciones más admiradas y temidas de la baja Edad Media. En los reinos hispanos fueron múltiples las ocasiones en que los caballeros templarios participaron, junto a los monarcas cristianos, en su cruzada particular contra el Islam, gracias a lo cual recibieron numerosas dádivas, privilegios y territorios. Por ello, tras la conquista de la antigua capital califal, Córdoba, por Fernando III el Santo, en 1236, y por la ayuda inestimable prestada en la misma, el monarca les concedió la Encomienda de Capilla, con las dehesas de Piedra Santa y Las Yuntas y el castillo de Madroñiz.
Pero su poder se fue haciendo tan patente y sus riquezas tan atractivas, que un siglo después, y gracias a las maniobras insidiosas del rey francés Felipe IV y de su canciller, Guillermo de Nogaret, en 1307 los templarios franceses serán arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados gran número de ellos en la hoguera, incluido el Gran Maestre de la Orden, Jaques de Molay, siguiéndose esta iniciativa en otros reinos cristianos, ante la aquiescencia del que debiera haber sido su valedor, el papa Clemente V, que en 1312 decretó la disolución de la Orden.
Se cuenta que una orden tan poderosa y con unos servicios de información tan eficientes, conocía el triste destino que el futuro les reservaba, y que no les eran ajenas las maquinaciones del galo, por lo que antes de producirse su arresto, habrían llevado parte de sus riquezas y el referido “secreto”, al puerto francés de La Rochelle, para ser embarcado con rumbo desconocido.
A partir de estos datos históricos, contrastables en fuentes fiables, comienzan a florecer numerosas leyendas sobre el destino de ese barco y de la misma Orden y su inoculación en las sociedades secretas y masónicas de siglos posteriores.
Una de ellas, la que nos atañe, refiere que la carga de ese barco que partió de La Rochelle, tendría como destino el puerto de Lisboa, y desde allí, por tierra, el castillo de Calatrava La Nueva, sede de la orden calatraveña, para muchos, un retoño del Temple y que junto con el resto de órdenes españolas, aún contaba con el beneplácito de los reyes de Castilla.
En el trayecto desde Lisboa a Calatrava La Nueva, una de las paradas obligatorias para pernoctar habría de ser el castillo templario de Capilla, y al atravesar la Dehesa de Piedra Santa, paraje sagrado ya desde los tiempos más remotos, la comitiva hizo un alto en el camino y decidió dejar allí, a buen resguardo, algo de la mercancía que transportaban.
Se dice que casi dos siglos más tarde, un marinero catalán o genovés, estuvo en aquellos mismos lugares buscando entre las rocas y cuevas del entorno algo que le ayudaría, según él, a cambiar el mundo.
Esta leyenda hunde sus raíces en el argumento que asegura que los templarios encontraron algo en las ruinas del viejo templo de Salomón, y que guardaron con el mayor de los celos, como un auténtico secreto, y ese “algo” no era otra cosa que un viejo mapa en el que se describía el itinerario hacia unas tierras incógnitas más allá del océano Atlántico. Se dice que los antiguos marinos habrían llegado a las costas de un
gran continente navegando hacia el ocaso, y que el sabio Salomón, habría recopilado toda esa información en un mapa, el mismo que hallaron los templarios y que les ayudaría a llevar a cabo uno de sus sueños, la unificación de toda la Europa cristiana, bajo un único cetro, el del sucesor de Pedro. Volver a unificar todo el Imperio Romano, sobre las antiguas fronteras anteriores a la invasión de los bárbaros y bajo la dirección del máximo representante de Dios sobre la tierra, el Papa, y para ello era necesario abandonar las guerras internas que sangraban al continente y embarcarlo en una gran empresa en común, como sería la colonización de esas nuevas tierras del Occidente, objetivo tan magno, que necesariamente requeriría la participación de todos los reinos cristianos para poder llevarlo a cabo.
Ese mapa secreto, que para la Orden del Temple era su mejor recurso para lograr la unificación de Europa, fue llevado a Calatrava La Nueva, para ser allí custodiado hasta que la situación social y política permitiera emprender la empresa colonizadora, pero por desgracia, un incendio acabó con él y con las esperanzas puestas en el mismo.
Sin embargo, hubo un relato, que pasó de generación a generación dentro del linaje de uno de aquellos caballeros que se hicieron a la mar desde el puerto de La Rochelle, que defendía la idea de que no todo estaba perdido, pues cuando la comitiva que lo transportaba desde Lisboa, paró en Piedra Santa, cinceló en la pared de piedra de una de sus cuevas los contornos e itinerarios del viejo mapa. Lo que se desconoce es quién contó aquello a aquel marinero catalán o genovés, un tal Cristóbal Colón, el mismo que ha pasado a la Historia por ser el descubridor de América.

Carlos Mora.

lunes, 27 de marzo de 2017

COCOS Y ASUSTANIÑOS FEMENINOS: MARIZAMPAS, MARAUÑAS Y BRUJAS

Marizampa. Marcel Félix
La Marizampa. Las marizampas son criaturas de leyenda compartidas por ambas castillas. Presente en nuestra provincia en municipios del Campo de Calatrava: Bolaños, Almagro,
Granátula, Valenzuela, Aldea del Rey, Calzada de Calatrava…: “Son mujeres robustas, en ocasiones deformes, encorvadas y de grandes garras y rostros execrables. Viven en guaridas ocultas en bosques y humedales, de donde sólo salen cuando la desesperación las lleva a necesitar alimentarse de algún niño. Su aislamiento y su desgraciada infancia las convierten en seres rencorosos deseosos de destruir la vida de todos los niños y madres de la región. Sin embargo, en ocasiones, un instinto se despierta en su interior y algo la llama a secuestrar una niña a la que cuida bajo su deformado concepto de maternidad. Será una nueva Marizampa”.
Una informante de Almagro cuenta lo siguiente: “de pequeña, aunque no recuerdo muy bien, también nos asustaban con si no te duermes va a venir la Marizampa y te va a llevar”.
Nadie sabe cuál fue el origen de la primera Marizampa, pero se sospecha que al igual que ellas robaba niños para devorarlos. La primera Marizampa fue alguna niña perdida o secuestrada que, intentando vivir la maternidad de la que nunca disfrutó, comenzó a secuestrar niñas y a criarlas junto a ella en lamentables condiciones.
Marauña, la Mariuña. En Castellar de Santiago, perversa entidad femenina que vivía en los pozos, con largas y disformes uñas que le servían para enganchar y arrastrar a los niños.
En otros pueblos se la conoce por Mariuña o Maruña. La informante solanera: “…cuando niña, la imaginaba como un pájaro”. Una informante de la comarca de Almadén afirma “…habita en los pozos para que no se asomen los niños... la Maruña, me la imaginaba como una especie de pulpo”. En Puertollano y otros pueblos del Campo de Calatrava, “...ser acuático que amenaza continuamente a las criaturas desde el fondo de las pozas y tablas”.
Brujas. La Bruja Caperuja. Entraba en las casas y se llevaba a los niños que se portaban mal a su escondite en el bosque, los convertía (¿en animales?) o los cocinaba y se los comía. Presente en toda La Mancha. La Bruja Piruja. Coco hispano. Entraba en las casas por la chimenea y se llevaba a los niños a su casa, donde se los comía; se utilizaba para que los niños se durmiesen. Presente en toda La Mancha. La Bruja Rebruja. El poeta Tomás Segovia habla de ella en La Canción de las Brujas:
“La Bruja Rebruja montada en su escoba
por todos los rincones a la vez de la alcoba
miraba y miraba
y se le caía la baba.
Vieja revieja rebruja mujeruca
pero siempre está detrás de tu nuca
y nunca jamás ninguno la ha visto
ni el más listo relisto.
La Bruja golosa amarilla y flaca
con su ji, ji, ji
y su je, je, je
y su ja ja jaula
y su qué te como y que no te como
y enseña el meñique si estarás ya gordo”.
Presente en toda La Mancha.
La Bruja Pirulí. También la Vieja Pirulí. Coco hispano. Aparece en La Canción de las Brujas del poeta Tomás Segovia:
“La Bruja Pirulí
de día no hablaba
de noche sí
jugaba de día
de noche hacía así”.
También aparece en “La Bruja”, una canción de Vainica Doble (1970):
“Mi escoba parece inquieta,
quiere salir de paseo,
es sábado y yo me veo
encerrada en la probeta.
Querido y amado cuervo,
vuela a casa de Merlín;
si no está, ve en busca luego
de mi hermana Pirulí.
¡Ay de mí! Se me ha olvidado el conjuro
¡Ay de mí! ¿Quién me saca de este apuro?
Ya vengo hermana a sacarte
de esa maldita probeta
gracias a mi magia y artes
y a una infalible receta
Arsénico, ácido nítrico
Mercurio, azufre, antimonio
Con la ayuda del demonio
y algún signo cabalístico
Siete pelos de dragón
Dientes de macho cabrío
Después de mezclado en frío
Se calienta en el crisol
Luego a destilar en un alambique fino
Se añade al final unas gotas de ricino
Ay, Pirulí, ¿qué me has dado
en ese frasco verdoso?
Creo te has equivocado
y bebí el filtro amoroso.
Permanezco aquí encerrada,
en mi cárcel de cristal,
para colmo de mi mal
infeliz y enamorada.
Pirulí,
dame el filtro de la muerte...
Ay de mí,
maldita sea mi suerte”.
Presente en toda La Mancha.

Marcel Félix

viernes, 24 de marzo de 2017

COCOS Y ASUSTANIÑOS FEMENINOS: LA MALA COSA, LA MARIMANTA

Ilustración de La Mala Cosa de Marcel Félix
La Mala Cosa. Aparición lúgubre y nebulosa sin formas definidas vinculada con las santas ánimas benditas. Carlos Villar Esparza recoge los siguientes testimonios de su existencia: “Se contaba en Villamanrique de uno que estaba novio en la Torre, cuando una noche regresaba con la bicicleta de ver a la novia, a la altura del Estrecho se le cruzó un gorrinete. Él apeándose de la bicicleta salió detrás de él, adentrándose en el campo, cuando ya iba a alcanzarlo, el gorrinete se transformó en una “cosa mala” y se asustó y salió huyendo”. Otro testimonio del mismo entrevistado atestigua: “ibamos al campo y vimos venir a un hombre a caballo, que desde lejos, parece tenía buen aspecto, sin embargo cuando se acercaba vimos cómo sus trazas no eran como creíamos, sino que era viejo, feo, remendaote. Cuando nos cruzamos, y lo saludamos, el caballo del hombre empezó a dar trotecitos hacia atrás, hasta que desapareció por donde había venido”.
“A un galán de Torre de Juan Abad de regreso de festejar a su moza villorreña, a la altura de los muros de Joray, en la revuelta del camino, una fuerza glacial y brutal lo derribó de su montura. Mula y mozo huyeron despavoridos en dirección al pueblo, sin mirar atrás. Nunca se supo quién o quiénes habían descabalgado al festejador… pero muchos señalaron a la Mala Cosa. De ésta, se cree vivía en unos subterráneos que estaban bajo los muros de la torre. Del mismo modo hay quienes afirman que fue la Mano Negra que tenía su abrigadero junto a las acequias del arroyo de las Aliagas”.
“En Torre de Juan Abad, en el cerro de los Gatos, una espantable Mala Cosa se apareció a un abuelo que hizo caso omiso de las disposiciones del cura párroco de no trabajar el día de Todos los Santos. De una nube negra salió una doliente figura de vagos rasgos humanos que le recriminó con voz de ultratumba su falta de devoción”.

Ilustración de Marimanta de Marcel Félix
La Marimanta. Diversos autores clásicos han escrito sobre ella. Quevedo se refería burlonamente a Saturno como “el dios Marimanta, comeniños, engulléndose sus hijos a bocados”. Por su parte, Benito Jerónimo Feijoo, en su obra Teatro Crítico Universal, tomo cuarto, discurso once, escribe lo siguiente: “Pareció después el Belerofonte literario, título altisonante, inscripción horrísona, que puede espantar los niños, mejor que el Coco y la Marimanta”. ¿Y qué había debajo de tan portentoso epígrafe? No más que una querellita con un médico de Córdoba, por quítame allá esas pajas.
En Galicia “… es la Meiga del Saco, roba niños y los hace desaparecer. Si una anciana fea, encorvada, que lleva un saco a su espalda chepada os pide humildemente limosna a la puerta de vuestra casa, dádsela y vigilad a los niños hasta que se aleje”.
En Extremadura suele ser un ente masculino, el Marimanta. En Badajoz, durante la fiesta de las Candelas se hace la “quema del Marimanta” tras un desfile por la barriada de Santa Marina. En este caso, quemar el Marimanta simboliza deshacerse de las cosas malas del año transcurrido. Según P. Rubio, en Magacela (Badajoz), “las marimantas eran mujeres que arrebujadas en una manta y con un faro y cencerro, en el más crudo invierno, vagaban por las empinadísimas calles rezando por las ánimas benditas en cumplimiento de un voto o promesa. La intención no era la de asustar, pero coño si asustaban, sobre todo a los niños. La tradición se ha perdido ya en esta generación”.
También existe en Andalucía. Federico García Lorca dice en su conferencia sobre las nanas: “ya sabemos que a todos los niños de Europa se les asusta con el Coco de maneras diferentes. Con el Bute y la Marimanta andaluza, forma parte de ese raro mundo infantil”.
En La Mancha es el equivalente a “las fantasmas” y “las pantasmas”. En los últimos tiempos, las marimantas eran el disfraz utilizado por novios y rondadores de damas enamoradizas. Los galanes, tapados por una manta, accedían de incognito a ventanas y puertas de la casa de la dama. Una leyenda de Valdepeñas tiene a las marimantas de protagonistas.

Marcel Félix

miércoles, 22 de marzo de 2017

TUTELARES Y ASUSTANIÑOS FEMENINOS: LA MANO NEGRA

Mano Negra. Serie Cocos y Asustaniños Femeninos 
El imaginario popular nos ha legado una variada gama de misteriosos seres femeninos cuya función principal es la de “asustaniños”, espantar a los niños y jóvenes es su característica y misión esencial. Aunque algunos de estos personajes pueden ser también advertidos por los hombres y mujeres adultos, quedando aterrados. Estos son los más habituales en nuestros pueblos.
La Mano Negra. El más extendido de nuestro apartado de tutelares femeninos asustaniños y el más eficaz en la educación coercitiva de los más pequeños. Su origen hay quien lo sitúa en la mítica organización secreta anarquista-terrorista. Tenebroso ser acuático que habitaba, ¿vive aún?, en nuestros pozos.
Su sola mención hace que la chiquillería huyera a escape de la cercanía de los brocales. Coinciden la mayoría de los testimonios en su descripción: “Era como una grandísima y feísima mano, con enormes uñazas negras”. “Como ser alado era imaginado en La Solana, y aparecía del pozo para llevarse a los niños díscolos”. Algunos de los entrevistados coinciden en señalar el “corte a ras de muñeca viéndosele algún que otro hueso y repugnantes colgajos de carne”.
Un informante de Puertollano cuenta lo siguiente: “en los colegios (que yo recuerde, cursaba primero de EGB, 7 u 8 años) era algo que había en los retretes y aterrorizaba pensar que pudiera salir y agarrarte la mano negra cada vez que entrabas y te encerrabas allí”.
Con sus habilidades de hechicera chupaba los sesos de algún adulto al que atraía mortalmente hacía dentro del pozo. Cuando sacaban el cadáver del infortunado, las abuelas presentes, con voz callada decían a los nietos: “…veis, veis… cosa de la Mano Negra… no acercaros… veros, veros”. “Y cuando ya siendo mocicas y mocicos, habíamos aprendido el arte de hincar el cubo en las aguas, no podíamos evitar el repelús que nos corría por todo el cuerpo. Sacábamos el cubo pegando chuscas… no fuera que la mano negra le diera por dar sus estirajos”.
Así se refiere a ella Villar Esparza en su libro “Con Once Orejas”: “habitaba en muchos pozos del campo montieleño. De la Mano Negra se cuenta que gozaba de una activa existencia en los avisos maternos. Que acechaba en silencio en sus dominios, al ojeo del abierto y angosto techo del pozo. Más Carón que Cancerbero, aguardaba al curioso niño que imprudente se asomaba por el brocal. La Mano Negra, en viendo la cabecita del niño, más rápida que el pensamiento volaba hasta él y lo apresaba. La cuestión del vuelo lo desmienten algunas abuelas, pues es un error, y coinciden en señalar que la Mano Negra lo que hacía era reptar como las bichas por las paredes húmedas. Entonces arrastraba hasta el fondo de las aguas poceras a la víctima. Sólo el chapoteo y el grito desgarrador probaban la tragedia”.
Se le considera deforme pariente lejano de los invisibles genios de las aguas, de las Xanas de arrebatadora hermosura, de las Ninfas de agua enamoradas de hombres mortales; de las Lamias, tan bellas y terribles como voluptuosas, y de las infanticidas Marías enganchas. Dice la tradición que la Mano Negra, condenada a eternas soledades, siente enfermiza envidia de sus primas, las “Encantás”, que cada 24 de junio florecen como los tréboles en los mágicos espejos de la noche sanjuanera.
En otros pozos manchegos tiene su hábitat otro bicho peludo al que se le conoce por Garduña. Uno de los ancestros de nuestra Mano Negra podría ser el mismo Airón, Dios ibérico de quien hemos encontrado referencias en las aguas de un pozo de Uclés.

El mito trasciende los límites de La Mancha. Ángel del Pozo de Pablos en “La Cripta Sellada” recoge en Segovia relatos sobre este ente diabólico con forma de mano que ataca a las personas cuando están distraídas o dormidas, orinando en el caso de los hombres. Si te toca el hombro, al girar el rostro suele arrancar los ojos del incauto.

jueves, 16 de marzo de 2017

TUTELARES ASUSTANIÑOS

Lamia o mujer serpiente. En La Mancha son muy populares la Trocanta
y la Tarazaina
Los tutelares-cocos son una parte de nuestro folclore digna de ser recogida para ponerla en valor y evitar su pérdida. Como olvidar que cuando éramos niños disfrutábamos de un mundo mitológico real propio, que frecuentemente tenia componentes análogos a los del mundo mitológico de nuestros padres.
Martín Sánchez, en su obra “Seres Míticos y Personajes Fantásticos Españoles”, estudia el simbolismo de tres de los asustaniños ibéricos más populares y concluye lo siguiente: el Coco representaría el miedo a lo desconocido; el Hombre del Saco el miedo a ser separado de lo que se ama y del entorno cotidiano y el Sacamantecas el miedo a la muerte, especialmente la violenta.
Padres y abuelos han utilizado de todo para meter miedo a los niños, ya sea de una forma más o menos esporádica o bien con una cierta estabilidad temporal; de forma más localizada o más extendida. Intentaremos clasificar en general estos entes y describirlos según los vivían nuestros informantes y los autores que hemos consultado:
Entes fantásticos que reducen su ámbito al mundo de las creencias del niño. Son aquellos que pueden tener su origen en otra de las categorías de tutelares, pero han experimentado un desarrollo sustancial que los individualiza como específicos del mundo de los asustaniños.
Entes propiamente mitológicos. Son entidades que forman parte del mundo mitológico de los mayores, de la comunidad en general. Se caracterizan porque los padres que los utilizan como asustaniños también creen en su existencia.
– Los muertos que vuelven.
– Genios malignos: los malismos del Campo de Montiel
– Genios del tipo íncubo: la Trocanta de Granátula de Cva.
– Brujas y entidades chupadoras de sangre. Escribe Gloria Fuertes en su poema ¿Quién llegó?: Llegó y asustó a Maruja./¿Quién llegó?/La bruja.
– Seres feéricos: la Tragantía; las encantadas…
– Duendes: los trasgos; Martinico…
– Enanos mineros, en las comarcas montañosas del norte y sur de La Mancha: los morgos.
– Demonios: el Diablo Cojuelo, Pedro Botero;...
– Seres del tipo duende familiar: los mengues en la zona de Puertollano: “como te portes mal, te van a llevar los mengues”.
– Cíclopes: la Ojancana de Piedrabuena.
– Dragones: el Saetón de Sierra Morena...
– La Luna: Las madres manchegas sienten recelo de que los pequeños, y en especial las niñas, salgan fuera de techado las noches de luna llena, pues creen que el satélite les chupa la vida y les absorbe la salud, o los hechiza. Por efecto de estas creencias amenazan a los niños diciéndoles que la luna se los llevará consigo. En Agudo y Valdemanco aseguran que en el relieve de la luna se ven las figuras de una madre que peina a una niña que se resistía a dejarse peinar y que siempre que su madre lo intentaba lloraba desesperadamente; y la luna se la llevó consigo para que su castigo sirviera de eterno ejemplo a las niñas lloronas que no dejan que las peinen.
Animales.
– Lobos. El lobo era temido por grandes y chicos en todos los pueblos de cultura románica. Según García Lorca se utilizaba la loba como asustaniños en las nanas de Castilla. En Olmeda del Rey (Cuenca) se cantaba esta nana: “A dormir que viene el lobo /y si no, viene la loba, /preguntando de casa en casa /cuál es el niño que llora”.
– Insectos y alimañas: arañas “¡Que viene una araña y te come!”, culebras, salamandras, “cuya picadura hacía caer el pelo y/o era mortal” en casi toda La Mancha.
Colectivos humanos.
– Colectivos marginales: los gitanos, que “robaban niños”. La gitana, según García Lorca era un asustaniños habitual en las nanas de Castila. También los “pobres”. Los “peregrinos” en Campo de Montiel y Campo de Calatrava.
– El Médico: en La Mancha se asusta a los niños diciéndoles que vendrá a pincharlos o a meterles el palo en la boca...
Hay que tener en cuenta el carácter funcional de estos seres, con distintas y puntuales misiones. A menudo varias de estas funciones son asumidas por el mismo ser:
– Que los niños se vayan pronto a la cama: la Marizampa, la Marimanta, el Coco...
– Que los niños no mientan o se porten mal: el Coco…
– Que los niños no anden fuera de casa de noche: la Trocanta, la Mala Cosa…
– Que los niños no salgan los días de mucho viento: los nubleros-nuberos o regulares...
– Que los niños no se acerquen a desconocidos: el Sacamantecas, el Hombre del Saco...

– Que los niños no se acerquen a sitios peligrosos: la Mano Negra, la Mariuña-Marauña, la Garduña…

El Molino del diablo

Más de un siglo hace que las aguas del río Guadalmez ya no mueven las piedras del viejo molino, y ese mismo silencio ha desterrado de l...