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Don Quijote adentrándose en la cueva de Montesinos |
El
hechizo aún permanece en el hermoso enclave del Parque Natural de Las Lagunas
de Ruidera. Escenario de las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.
En el Parque Natural se encuentra también la literaria cueva de Montesinos, en
cuyo interior Miguel de Cervantes sitúa el hechizo más famoso de la literatura
española (capítulos XXII-XXIII de la segunda parte de El Quijote).
El
insigne escritor relata que, dentro de la Cueva de Montesinos, Don Quijote fue testigo
de los encantamientos del Mago Merlín:
“Oyendo
lo cual el venerable Montesinos, se puso de rodillas ante el lastimado
caballero, y, con lágrimas en los ojos, le dijo: Ya, señor Durandarte, carísimo
primo mío, ya hice lo que me mandaste en el aciago día de nuestra pérdida: yo
os saqué el corazón lo mejor que pude, sin que os dejase una mínima parte en el
pecho; yo le limpié con un pañizuelo de puntas; yo partí con él de carrera para
Francia, habiéndoos primero puesto en el seno de la tierra, con tantas lágrimas
que fueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre que
tenían, de haberos andado en las entrañas; y, por más señas, primo de mi alma,
en el primero lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro
corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, a lo menos amojamado, a
la presencia de la señora Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con Guadiana,
vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con
otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio
Merlín ha muchos años; y, aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno
de nosotros: solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando,
por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas
lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha,
las llaman las Lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos
sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan.
Guadiana, vuestro escudero, plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido
en un río llamado de su mesmo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de
la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que
os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es
posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se
muestra donde el sol y las gentes le vean”.
El Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de La Mancha. Miguel de Cervantes.
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