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Hoguera de san Antón en Argamasilla de Alba |
Hogueras o luminarias, antorchas y fuegos
artificiales, velas y hachones: el fuego es el elemento clave en estas
celebraciones; fuego profano y fuego sagrado que se mezclan en las fiestas de
invierno. Desde la antigüedad pagana, el fuego ha sido considerado, por un
lado, un elemento protector; las luminarias nocturnas servían para alejar
maleficios y malos espíritus. Por otro lado, el fuego simbolizaba la
purificación y la regeneración. En realidad, se trata de la dicotomía
destrucción-renovación: el fuego voraz y destructivo que abrasa y consume los
elementos nocivos y el fuego que alimenta la vida, elemento regenerador para
personas y animales, plantas y cultivos.
Así pues, las hogueras constituían rituales de
renovación que propiciaban el paso del invierno a la primavera, y rituales de
purificación, para quemar lo impuro, lo viejo, para acabar con todo lo maligno.
Todavía en la Edad Media, los pobladores atribuían al fuego propiedades mágicas
y purificadoras, y se seguía usando como protección o para ahuyentar el mal.
Pero ya la Iglesia primitiva, en su lucha contra el paganismo, había hecho
coincidir estas fiestas del fuego con episodios de la vida de Cristo y la
Virgen, o con las celebraciones en honor de ciertos santos. Por eso suelen ser fiestas
de barrios y ermitas; ermitas que proliferaron extramuros de las villas durante
la Edad Moderna hasta que fueron absorbidas, poco a poco, por los núcleos
urbanos. Por esta razón, también son conocidas en diversas localidades
manchegas como fiestas de los “santos viejos”, que anteceden a los carnavales.
Con el entierro de la sardina y la quema de doña Sardina termina este ciclo de
fiestas, hogueras y desenfreno. Este último fuego, y la ceniza del Miércoles de
Ceniza, ejemplifican esa purificación necesaria, después de tantos excesos,
para pasar a la Cuaresma.
Santos, vírgenes y hogueras
17 de enero, san Antón. La fiesta de san Antonio Abad, el
primero de los eremitas, es de las más extendidas en la Mancha, así como sus
hogueras y luminarias. Seguramente fue en sus inicios una fiesta pagana, como
tantas otras, y muestra todos los rasgos típicos de una celebración del
solsticio de invierno: las hogueras, la bendición de bestias y ganado, y la
quema de cosas viejas. Aunque el tradicional sorteo del “guarrillo de san
Antón” se ha perdido en muchos lugares, lo que no falta en casi ninguna
localidad son las hogueras nocturnas, ya sea en la víspera o el mismo día. En
algunos pueblos, como Almagro, también está extendida la costumbre de salir a
quemar los trastos viejos. La degustación de distintos alimentos o de “limoná”
alrededor de las hogueras es algo que también se repite mucho.
20 de enero, san Sebastián. Muy venerado por toda la geografía
española, en la Mancha celebran con hogueras su festividad localidades como
Alcázar de San Juan, Villanueva de los Infantes, Santa Cruz de Mudela, Campo de
Criptana o Almodóvar del Campo.
24 de enero, la Virgen de la Paz. Esta advocación mariana fue la
responsable, según la leyenda, de restablecer la paz en la ciudad de Toledo
cuando, tras la conquista por Alfonso VI, hubo disturbios entre cristianos y
musulmanes, enfrentados por la posesión del principal templo de la ciudad.
Finalmente, y gracias a la intervención de la Virgen, los cristianos tomaron
posesión del templo el día 24 de enero. Festejan este día con hogueras
importantes Daimiel, Campo de Criptana y Manzanares, entre otros pueblos.
1 de febrero, santa Brígida. Santa irlandesa, santa Brígida fue
fundadora del primer monasterio de aquella isla. Aquí en la Mancha, se celebra
con hogueras su fiesta en algunos lugares como Almadén, donde nos encontramos
con la Lumbre de santa Brígida.
2 de febrero, día de la Candelaria. Su propio nombre, “día de las
candelas” ya evoca el papel central del fuego en esta festividad. La Virgen de
la Candelaria es una advocación mariana que recuerda la presentación de Jesús
en el templo, el encuentro con Simeón y Ana, y la purificación ritual de María
(algo que podemos relacionar con la capacidad purificadora del fuego de la que
hemos hablado antes). Es posible que esta fiesta esté remotamente emparentada
con las lupercales romanas. Se trata de un día que se encuentra justo en el
ecuador del invierno, y para el pueblo campesino siempre ha significado el fin
de las largas noches, el tránsito hacia la primavera y el comienzo del año
agrícola. Encontramos hogueras y luminarias en Pozuelo, Almagro, Brazatortas,
Puertollano, Bienservida o Alcaraz. En Villamayor de Calatrava, la víspera se
celebra el denominado Candelicio: los niños recorren todas las luminarias del
pueblo haciendo sonar sus cencerros.
3 de febrero, san Blas. Eremita y obispo de Sebaste, san
Blas fue martirizado durante las últimas persecuciones de cristianos, en el
siglo IV. Se dice que poseía el don de la curación milagrosa. Se celebra su día
con hogueras en Tarazona de la Mancha y Manzanares. También debemos mencionar
las luminarias de Bienservida.
5 de febrero, santa Águeda. Santa Águeda de Catania fue una
virgen mártir que fue torturada y ejecutada por el procónsul de Sicilia porque
esta había entregado su virginidad a Jesucristo y no atendía sus requerimientos
amorosos. Antes de lanzarla a las brasas y arrastrarla por la ciudad, ordenó
que le cortaran los pechos. Por eso se considera esta una fiesta de mujeres, en
la que son ellas las protagonistas. La víspera, destaca la gran luminaria de
Povedilla, donde la santa es patrona. También se enciende hoguera este día en
Alcázar de San Juan.
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